Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100328
Legislatura: 1893
Sesión: 1 de Mayo de 1894
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 114, 2116
Tema: Médicos fallecidos durante las epidemias

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Para decir al Sr. Suárez Inclán, que el Sr. Ministro de Gracia y Justicia insiste en los propósitos que manifestó aquí y en la otra Cámara. Lo que hay es, que no ha presentado los proyectos que se refieren a la reforma a que ha aludido S. S., porque todos se traducen en partidas del presupuesto, y quiere, al mismo tiempo que presenta los proyectos de ley, incluir en el presupuesto las partidas correspondientes.

Cuando se presenten los presupuestos, se presentarán los proyectos a que S. S. alude.

El Sr. SUÁREZ INCLÁN: Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Sanz): La tiene V. S.

El Sr. SUÁREZ INCLÁN: Doy muchas gracias al Sr. Presidente del Consejo de Ministros por haberse servido contestar a mi pregunta, y celebraré tener ocasión de aplaudir al Sr. Ministro porque estas reformas son muy urgentes.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Sanz): El Sr. Calvo y Martín tiene la palabra.

El Sr. CALVO Y MARTÍN: Señor Presidente del Consejo de Ministros, mi respetable amigo: parece ser que el actual Ministro de la Gobernación ha tomado algo en serio la cuestión sanitaria, y yo desearía, puesto que ésta es la tercer legislatura en que hago la misma súplica, que se incluyese en el presupuesto alguna cantidad que, en justicia y con olvido funesto, se debe a las pobres viudas de médicos que han sucumbido en diferentes epidemias. Hace una porción de años que están los expedientes en la Dirección sin resolver, y yo ruego al Sr. Presidente del Consejo que atienda tan justa petición.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Sanz): La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Me parece justísima la petición del señor Calvo y Martín; pero he de decirle que esos expedientes no han sido detenidos en el Ministerio. Concluidos algunos expedientes y formados los correspondientes proyectos de ley de pensiones, se llevaron al Congreso, y allí tuvieron la desgracia de no ser aprobados. Se necesitaba votación por bolas; se intentó dos o tres veces sin resultado alguno, por no haber número suficiente de Sres. Diputados.

Por esta causa, y para que no les sucediera lo mismo, han quedado pendientes otros expedientes en el Ministerio, esperando mejor ocasión, porque, por lo visto, los Sres. Diputados tenían miedo de que el número de pensiones fuese excesivo, y como el presupuesto no está muy sobrado, no han querido recargarlo con esas nuevas cantidades. Si ahora han cambiado de parecer los Sres. Diputados, podremos ensayar la aprobación de esos proyectos, y si no, esperar a mejores tiempos. Por lo demás, es justísima la reclamación de S. S., pues no son menos dignos de atención los servicios que prestan los médicos en momentos de peligro, que los prestados por otras clases del Estado.

El Sr. CALVO Y MARTÍN: Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Sanz): La tiene S. S.

El Sr. CALVO Y MARTÍN: Quisiera que empleara el Sr. Presidente del Consejo de Ministros su acostumbrada habilidad para ciertos actos, e hiciera un pequeño esfuerzo cerca del Sr. Ministro de la Gobernación, para ver si los Sres. Diputados actuales eran un poco más benévolos.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. VICEPRESIDENTE (Sanz): La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): No he tenido ocasión de emplear habilidad ninguna, ni venía al caso, en este asunto.

Por lo demás, yo haré con mucho gusto la recomendación que indica S. S. al Sr. Ministro de la Gobernación, porque, repito que la reclamación de esas viudas es justísima; lo que hay es que ya sabe el Sr. Calvo y Martín las dificultades que ofrecen ciertas votaciones; pero yo no he  de oponerme a que las Cortes aprueben ciertas pensiones; por el contrario, influiré cuanto pueda para que sean aprobadas.



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